miércoles, 6 de julio de 2022

ACTO 29

(Le resulta curioso darse cuenta de que se está acostumbrando a vivir en el caos. No es tan descabellado: el desorden físico en consonancia con la incertidumbre vital. El desistimiento de acabar con el primero ante la clara imposibilidad de poner fin a la segunda. Su madre siempre le había dicho que llevaba una vida desordenada. ¿Es posible, acaso, ordenarla de alguna forma sin que poco a poco y sin darte cuenta vuelva a estar patas arriba? Como ese montón de ropa tirada encima de la silla del dormitorio que piensas que podrás mantener a raya tras recogerlo pero un día, de repente, vuelve a alcanzar alturas imposibles. La Señora C. piensa que tiene demasiado tiempo vacío y por eso no puede evitar acabar haciendo este tipo de metáforas filosófico-textiles. Quizás solo intenta justificar su devastadora tendencia a la vagancia y el desorden. Quizás demasiada avena)

VOZ CRÍTICA: Las acotaciones teatrales no pueden convertirse en una excusa para que cuentes tus desvaríos mentales a través de un narrador equisciente. Esta obra de teatro es una absoluta pantomima.

(La Señora C. no se toma la molestia de contestar. Prefiere seguir en su equisciencia. Es de las pocas cosas que la han hecho despertar un poco en los últimos tiempos. Como esos momentáneos fogonazos de luz al casi vislumbrar el sentido de algún fragmento pynchoniano. Como Hey Moon. Galdós. Unamuno. Battiato. Como ese milagro de la vida de que se hayan encontrado. Llegar a casa y mirarlo y escuchar su voz y su risa y que todo de repente se arregle y los problemas sean una tontería. El norte en junio. Las tardes libres. Las esperanzas cordobesas. Quizás haya un orden detrás de todo el aparente caos)

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